jueves, 9 de octubre de 2008

Pasado y presente


Pensás que todo ese tiempo vivido fue perfecto o que lo poco que pudiste llegar a estar con esa persona fue suficiente como para llegar a darte cuenta que fue un profundo amor. Sentís que lo llegaste a amar muchísimo, crees que lo vas a hacer por siempre y nunca vas a olvidarlo, que no vas a encontrar a otra persona que pueda reemplazarlo porque fue tan intenso que no vas a volver a sentir lo mismo por otro ser. Esto es lo que pasa a la gran mayoría de las personas con su primer amor… y cuando éste se rompe y se pierde, empezás a sentir los síntomas de la soledad. Llorás, a veces te deprimís…y comenzás a verlo en todas partes. Salís a la calle y siempre ves a alguien con un parecido a esa persona que amaste…el pelo, su altura, su manera de caminar, la forma de hablar o algún gesto. Escuchas una canción en la radio o un CD y siempre hay un tema que te transporta a algún lugar del tiempo en el que estaban juntos. Te acordás de cuando se conocieron, cuando fueron a ver esa película, cuando fueron a aquella fiesta…momentos felices y tristes. Dormís y soñás que sentís su cálido cuerpo junto al tuyo en un fuerte abrazo, que todo es perfecto como antes, que nadie ni nada los puede separar, soñás que caminan juntos de la mano, que ríen, se besan… y cuando te despertás, se derrumba todo en pequeños pedacitos. Te das cuenta que solo fue un sueño y que ya no comparte mas estos sentimientos con vos.
Y a mi todo esto me pasó, y sufrí muchísimo. Jamás había sentido palpitaciones de solo recordar su voz y extrañarla con todo mi cuerpo y alma, lo imaginaba y me ahogaba en llanto y tristeza. Nunca había tenido sueños tan hermosos en los que éramos felices, y luego despertar con ganas de volverme a dormir y no abrir los ojos nunca mas. Había enloquecido (literalmente). Me ponía a escribir todas las noches sobre él. Justamente, iba a transcribir acá, algo que había escrito sobre la necesidad de querer irme a dormir para soñarlo, pero me acorde que tire todo. Si, tire absolutamente todo lo que me hiciera acordar a él… cartas, peluches, papeles de bombones, fotos, todo.
Uno no puede vivir toda la vida aferrado a un sentimiento, el cual por parte de la otra persona ya no existe, porque comienza a convertirse en parte de nuestra propia imaginación, y eso definitivamente no sirve para nada.

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